jueves, 7 de noviembre de 2013

Belfast: reflexiones sobre un proceso de paz

Llegué a Belfast en Irlanda del Norte llena de "irish luck", luego de recorrer Edimburgo y Glasgow.
Debía tomar un bus a las 12 del día en la terminal de Glasglow, transporte que me llevaría al ferry. Aquí aclaro que la puntualidad inglesa es real, así que casi me deja el bus, pero como digo la suerte me acompañó.
El primer día en Glasgow fue lluvioso y estuve realmente quieta, descansando de Edimburgo, pero salí en la noche y conocí a Paul, un arquitecto irlandoescocés que me dio consejos sobre Belfast. Mi segundo día en Glasgow lo aproveché para conocer el museo de arte, la universidad y el río, descubrí la ciudad que no había conocido antes, pero tenía tan poquito tiempo que olvidé estar pendiente del bus.

El museo se encuentra en el medio de un parque

Es fácil asociar la Universidad de Glasgow con Harry Potter por su arquitectura

En el centro de la ciudad se encuentra una calle peatonal llena de vida, lo que más se ven son cantantes callejeros

En la bahía del río que atraviesa la ciudad
Corrí por las calles de Glasgow para llegar a tiempo, y lo hice con un minuto de diferencia, minuto que significó atravesarme en frente del bus y rogarle al conductor que me dejara subir por medio de señas. No lo hizo. Me devolví a información para cambiar mi tiquete, cuando alguien me llama por detrás y me dice, el conductor se devolvió por ti. El señor había dado la vuelta a la manzana, solo para recogerme de la forma legal. Fue increíble, me monté en el bus y los demás pasajeros me decían que tenía mucha suerte, que ese tipo de cosas nunca pasaban.

Esta escultura está ubicada a la entrada de la estación de buses, me sentí identificada

El ferry es absolutamente increíble, con casino, restaurantes y tienda "duty free". Muy buena experiencia para casi 4 horas de viaje.




Llegué a Belfast el mejor día del mundo, ya que había una celebración cultural llamada The Catedral. Conciertos en las calles de diferentes tipos de música, cerveza en cada esquina, obras de teatro, muestras de deportes extremos. INCREÍBLE.
Después de dos horas de estar sola, de ver a la gente y tomar cerveza, conocí a una niña irlandesa en la calle. La verdad es que con ella terminamos recorriendo el festival y saliendo a rumbiar. Fue una de esas noches inolvidables.
Al día siguiente fui en un tour para saber la historia de la ciudad. Es aquí en donde encontré tantas experiencias importantes para nosotros como colombianos, ya que en Irlanda del Norte aún están viviendo las consecuencias de un proceso de paz, aún están en procesos de reconciliación.
Vi la ciudad a través de los ojos de alguien que vive en un país en guerra, aunque no la viva en carne propia. Las comandancias de policía en Belfast, al igual que la corte y el congreso son edificios rodeados por muros antibombas, a cada sirena que suena se siente una tensión en el aire.
Las paredes claman con mensajes políticos, con imágenes de ídolos de todos los países del mundo.

"Preparado para la paz, listo para la guerra", ¿fuerte no?

Así es el amigo Chaves está presente en Belfast

Lo grave, más allá de los simbolismos es el sentimiento de odio que se percibe en el aire en algunos barrios.
Belfast fue dividida por un muro, porque creían que si los dos partidos (protestantes y católicos) no se veían podían contener la violencia. Un grupo apoyaba la independencia de Gran Bretaña (el IRA), mientras el otro quería mantenerse.
Hoy todavía, después de firmar un acuerdo de paz en 1998, hay barrios en los que ondean miles de banderas de Reino Unido, hay protestas y según mi amigo Paul, hay barrios en los que muchas personas no pueden entrar porque terminarían muertas.
¿Qué viene para Colombia? No es por nada, pero el territorio colombiano es más del triple que el de Irlanda, y hoy en día la situación de violencia de muchas regiones es muy similar a la descrita (muchos no pueden ir a un lugar por tener un pensamiento político o porque tienen una situación social diferente), entonces ¿cómo lograremos la paz? El conflicto irlandés duró aproximadamente 30 años, el nuestro lleva más de 70... ¿será posible que en un proceso de paz el tiempo sea como el de una desilusión amorosa (dicen que uno supera a la otra persona en la mitad del tiempo que convivió con el otro, es decir que si duraste 3 años necesitas un año y medio para recuperarte)?
Llegar a acuerdos es solo la primera parte, ponerlos en práctica parece un poco más difícil, pero cambiar mentalidades es el verdadero reto, y creo sinceramente que serán nuestros nietos (y ojo no tengo hijos), quienes vivan realmente la paz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario