lunes, 5 de mayo de 2014

Bucaramanga



Desde hace unos cinco años visito Bucaramanga con cierta regularidad, la razón principal es mi primo John Fabián, que es de allá y nuestra relación se ha fortalecido con el tiempo.

La primera visita que hice consciente de que iba a descansar, fue después de trabajar en el DANE durante un año sin vacaciones, mi jefe nos dio una semana para gozarla y así llegué a Bucaramanga. De este primer viaje recuerdo haber montado en parapente, ir a la Puerta del Sol a jugar bolo criollo, y haber recorrido un sinnúmero de bares tomándome fotos con botellas ajenas.

No estoy muy segura si mis siguientes visitas fueron en familia, recuerdo una en la que mi hermano se enfermó y salimos a rumbiar sin él, al día siguiente manejó hasta Bogotá mientras todos dormíamos el guayabo.

Después de todo esto y a causa de mi tusa, comencé a ir más seguido. En 2011 logré superar un poco mi tristeza después de una salida que comenzó con Karaoke, luego discoteca y terminó en un amanecedero... la experiencia fue completa cuando mi primo y yo llegamos a la casa por rumbos distintos y nos abrió mi tía rezando (a él) y con cara de en dónde estabas unas dos horas después a mí.

En 2012 después de haber estado en el festival vallenato, fui a Bucaramanga a ver a Don Omar, Martín Elias y Jorge Celedón, uno de los mejores conciertos en los que he estado, incluyó levantada de un santandereano bien santandereano, que al día siguiente me escribía en el chat "venga le digo....".

En 2013, los viajes a Bucara mermaron un poco, pero eso no evitó que fuera al matrimonio de Jenny, es decir una experiencia diferente.

Este año fui para semana santa con mis primos, visitamos Panachi por tercera vez, y volvimos a recorrer las discotecas, nuevos amores de verano. Esa es la magia de la ciudad bonita, la ciudad de los parques, que siempre siempre logra relajarme, logra sorprenderme, me presenta nuevas personas. Amo los santandereanos y santandereanas porque son unos berracos, porque quieren su tierra, porque son apasionados, y así es también su ciudad.

Se que no soy una buena guía de Bucaramanga, pero como me decía un amigo el otro día, en mis escritos hay más sentimientos que descripciones.

Debo las fotos, se han ido perdiendo en el pasado.

domingo, 12 de enero de 2014

Santa Marta y Cartagena como turista

Atardecer en la playa de Rodadero Sur
Llevo visitando Santa Marta desde hace 5 años. En 2013 volví a visitarlo y por primera estuve como una turista, me quedé en un hotel en el Rodadero, en vez de estar en apartamentos de mi familia o conocidos. Estuve en las noches del Rodadero en donde las fiestas son en la playa. Las carpas están todas unidas y los vendedores ambulantes pululan dañando un poco el paisaje.
Sigue gustándome más ir a las playas de Rodadero Sur, en donde el mar explota en olas, por el contrario Rodadero parece una gran sopa sin olas y llena de gente.
No obstante, estar como turista me permitió hacer lo que quería, comprar una nevera de icopor y llevar una botella de whisky a la playa, ver el atardecer una y otra vez, relajarme a pesar de tener el teléfono prendido todo el día. La compañía ayudó un poco.

En Cartagena me pasó un poco lo mismo, siempre he ido por trabajo o con familia, pero también lo visité esta vez como una turista y me quedé en un hotel en la San Martín. Esa ciudad es mágica, la muralla me atrae y me hace sentir siempre romántica.


Tomarme una cerveza, caminar, sentí como si hubiera reconocido la ciudad.
Lo mejor de viajar así es la libertad que te da el no saber, el no estar atada a nadie ni a nada.